lunes, 28 de noviembre de 2016

La justicia en las manos de cualquiera

Las llamadas "detenciones ciudadanas" siempre me han provocado inquietud y pena, sé que no es muy popular tener lástima de los ladrones pero no puedo evitar sentirme conmovida por ellos cuando una turba enardecida pretende lincharlos. Las noticias muestran cada cierto tiempo a personas comunes y corrientes que olvidando toda mesura y educación, han revelado su lado más cruel durante estos hechos, los que generalmente quedan impunes. 

Hace poco un niño de 13 años intentó robar una bicicleta a una cuadra de mi casa y fue sorprendido por un grupo de personas adultas que lo golpeó y amarró a un poste hasta que llegaron los carabineros. La información y fotos que se pudieron ver en varias cuentas de facebook eran horribles, pero más lo eran los comentarios de quienes encuentran "justicia" en actos de embrutecida violencia. Me avergüenzo de todos ellos. 

martes, 5 de julio de 2016

Hechizo

Cuando tenía alrededor de 11 años (1983), mis padres me inscribieron en las clases de guitarra que impartía la Escuela de Cultura y Difusión Artística de Puerto Montt. Estando allí aprendí a tocar el instrumento, a caminar lejos de mi casa y también a subirme a la micro ya que nunca lo había hecho sola. Pasé momentos inolvidables en ese lugar y conocí gente con mucho talento cuyos rostros aún recuerdo, pero lo que me marcó para siempre fue circular por el pasillo y ver a otros jóvenes interpretando piano, violín, flauta, teatro, dibujando o pintando. Los profesores eran unos señores respetables y serios, un poco excéntricos pero muy amables. Yo estaba en el paraíso.

Como muchas veces, hoy ha venido a mí este recuerdo: Una mañana mi sala estaba silenciosa, probablemente llegué muy temprano o mis compañeros habían salido, y de pronto escuché una melodía que venía de una sala cercana. Alguien ejecutaba con la guitarra unos acordes que me fascinaron, me levanté y fui a ver; era una joven de unos 20 años que con uñas cortas y muy rosadas tocaba esa música que nunca olvidé. Ella me miró por un segundo y siguió tocando, quedé hechizada. 

A los 16 escuché accidentalmente la canción de esa mañana de mi niñez y se me quedó sólo un verso: "Esta extraña tarde desde mi ventana" y no la volví a oír por muchos años otra vez. 

Ahora que el internet nos ha abierto toda la inmensidad del mundo, la busqué y la comparto, porque es maravillosa. 

Mi recuerdo más potente e inolvidable puede oírse en este link, entre el minuto 1.48 y el 1.54. 




Desigualdad

Por muchos años y al igual que muchos, me mantuve ajena a la realidad que me rodeaba y que, sumida en mis cosas no podía ver. Hoy, cuand...