Hace poco dediqué un post a mis hermanos, con quienes tengo una hermosa relación, pero hoy quiero detenerme en la figura de Orlando, quien sin duda es la persona más simpática que conozco, tiene un ingenio a toda prueba y cuando en algún momento la escritora Isabel Allende habla de una particularidad tan peculiar de los chilenos en cuanto a que tienen una rapidez eléctrica para inventar comentarios jocosos, no puedo evitar pensar que se refiere a él.
Orlando fue un sobrino adorado por algunas tías, y un tío que se caracteriza por su reciedumbre alguna vez dijo que era un joven hermoso y bueno.
Cuando éramos muy pequeños y aún no llegaba la que nos quitó el aliento desde que la vimos por primera vez – nuestra hermana – él fue objeto de varios accidentes que lo tuvieron hospitalizado y como es natural, las enfermeras lo atendían en forma especial. En uno de los momentos en que ellas le acompañaban les comentó que aquél doctor que se parecía a "Bernardo Prat" no le gustaba para nada, refiriéndose al traumatólogo que años después se transformaría en Diputado de la República.
Hoy en día veo a mi hermano siendo un pequeño solitario en el ámbito familiar, con un padre ausente y ciego ante su belleza física y personal, pero él estaba destinado a ser grande, y ese es el motivo de que haya querido escribir estas palabras, porque con una frase él cambió mi forma de ver la vida y de paso transformó su propia existencia.
Debido a que contrajo matrimonio y fue padre a los 18 años, mi hermano no pudo estudiar y comenzó a trabajar donde se le dio la oportunidad, y aunque muy poco tiempo después logró estabilidad como vendedor de una tienda de productos exclusivos, aceptó cuando un buen día le ofrecieron un lugar como ayudante en una empresa de otro rubro. Sus colegas y amigos le decían ¿vas a cambiar este trabajo tan bueno por ese en que sólo serás un ayudante?, a lo que él contestó “Allá puedo optar a ser algo más si me esfuerzo y aprendo, en cambio aquí siempre seré sólo un vendedor de zapatos”.
Estoy segura de que al decirlo él no podía vislumbrar el lugar donde se encuentra hoy, pero por el impacto que provocó en mí su respuesta, puedo asegurar que yo sí pude darme cuenta de lo que ocurriría y supe que sólo había que esperar para verlo exitoso y lleno de proyectos, haciendo lo que le gusta sin cambiar su naturaleza llena de simpatía pero también de razón.