viernes, 26 de marzo de 2010

Hermanos

Hoy tras saber la triste noticia de la muerte del hermano de una colega, he pensado intensamente en mis hermanos, en lo que significan para mí y en cuánto los amo.

Los hermanos son la persona que más se parece a uno, compartimos no sólo los genes de los padres sino que recuerdos y vivencias que no se tienen con nadie más.

Hoy quiero dedicar dos frases a cada uno de mis hermanos:

A Orlando:

"Pase lo que pase, un hermano te defenderá siempre" (Felicity Martin)
"Un hermano es un trocito de niñez que nunca perdemos" (Marrion Garretty)

A Lili:

"Una hermana te acompañará toda tu vida, nunca te dejará sola" (Felicity Martin)
"Nunca dejes que tu hermana te peine cuando está enfadada" (Patricia McCann)

martes, 16 de marzo de 2010

Frase para definir a un héroe

Estos días en forma insesante, y producto de la trajedia, hemos podido escuchar y leer muchos relatos que hablan del comportamiento heróico de algunos chilenos.

En su primer discurso, el Presidente Piñera habló también de los nuevos héroes, comparándolos con el héroe máximo nacional Arturo Prat y los míticos Lautaro y Guacolda.

Bien, en un artículo que leí hace poco, se transcribió una frase del poeta y patriota italiano Ugo Foscolo, la que les escribo a continuación para compartirla ya que me gustó mucho:

"La fama de los héroes pertenece una cuarta parte a la audacia, dos a la suerte, y la otra cuarta a sus delitos"

lunes, 8 de marzo de 2010

Recuerdo de mi infancia


Durante mi infancia mis abuelos maternos fueron el pilar de una familia que escondía profundas diferencias que sólo salieron a la luz cuando ellos ya no estuvieron. Menos mal.

Mi abuelita Baldo, cuyo nombre era María Baldomera Fontealba Díaz, fue una mujer excepcional, voluntariosa y llena de vida hasta el final. Sus nietos – que éramos muchos – no solo le teníamos respeto, sino que reverencia. Mis primas que vivían cerca de ella cuentan que cuando se enojaba se sacaba un zapato, y salía correteando al que se le pusiera por delante. Por el contrario, conmigo fue siempre muy suave, cada vez que iba a su casa, conversaba con mi mamá un rato, y de pronto se ponía de pié para entrar a su dormitorio, yo siempre sabía lo que vendría a continuación: ella volvía con un pañuelo, casi siempre usado pero primorosamente almidonado y planchado. Ese era el regalo que siempre me tenía.

Mi abuelito Lolo, que se llamaba Eleodoro Fontealba Cárdenas, era un hombre risueño cuyos ojos azules no podían esconder la picardía de enamoradizo que tuvo en su juventud. En su casa tenía un jardín que cuidaba con esmero. Recuerdo un portón por el que se podía acceder a él, pero por el que sus nietos nunca pasábamos, ya que sabíamos que esa era zona prohibida. Nunca se nos hubiera ocurrido entrar a desordenar nada, ni mucho menos cortar una de sus bellas flores.

Bueno, hasta que un día cuando yo contaba unos 11 años, fuimos con mi mamá a visitarles, conversamos un rato, y de pronto mi abuelita nos dijo: ¿Por qué no vamos a ver el jardín?, nos dispusimos los cuatro a salir cuando mi abuelita me dijo al oido: “Pídele el Gladiolo Blanco a tu Abuelo”…. Casi me morí de la impresión.

¿Cómo podía yo pedir semejante cosa frente a mi mamá?. Naturalmente, no abrí la boca.

Caminamos otro poco, y mi abuelita insistió con un codazo esta vez: “Pídele el Gladiolo Blanco a tu Abuelo”….

De recordarlo, ya me muero de la risa… solté la petición como una cascada, y mi mamá me miró con dos rayos por ojos y me reconvino diciéndome que ya sabía que mi abuelo nunca cortaba sus flores.

Mi abuelito me miró sonriendo y con sus manos temblorosas cortó el Gladiolo blanco y me lo ofreció.

Nunca supe por qué mi Abuelita Baldo hizo esto, tal vez mi Abuelo dijo que me lo regalaría, no lo sé. Solo puedo decir que en medio de mi zozobra pude ver el destello de esos inolvidables ojos azules que me sonreían regalándome uno de los tesoros de su jardín.


miércoles, 3 de marzo de 2010

Después del temblor


El domingo pasado Fabián me dijo: "Mamá, yo creo que Dios no nos ama", le pregunté por qué decía eso y me contestó: "Porque cuando estaba temblando, yo le pedía que la tierra se calmara, y Él no me escuchó".

Al escuchar cómo él describía su primera rebelión de fe, pensé en todas las que yo tuve alguna vez: por los niños hambrientos y sufrientes, por las mujeres mutiladas, por la violencia enfermiza del hombre...

Creo que cada ser humano recorre el duro camino de comprender que hay cosas que no se pueden cambiar, que el mundo está lleno de situaciones y vivencias tristes, que pareciera ser que hay personas que nacen para sufrir...

Recordé cómo yo pensaba que Dios estaba ciego y sordo ante tanta injusticia, pero el tiempo me ha enseñado que hay cosas que nos pueden pasar, que podremos decir ¿Por qué yo?, pero también pudiera ser ¿Y por qué no yo?. Que nos pueden ocurrir cosas que consideramos injustas tal vez, y otras que nos buscamos por no actuar correctamente.

Cada nuevo día se nos entrega la oportunidad de vivir tranquilos, de tener alimento, de disfrutar la presencia de los que más amamos. Pero también debemos saber que cualquier día alguna de esas gracias se nos puede terminar, y el quiebre que eso puede provocar en nosotros muchas veces tendrá tanta profundidad como cuánto hayamos sido capaces de valorar lo que tenemos.

Yo adoro a mis hijos, a mis padres, a mis dos hermanos, a mi amorosa cuñada, a mis sobrinos. De la misma forma amo entrañablemente a mis amigas, entre las cuales cuento a una prima rulosa. Todas esas personas forman mi pequeño mundo, y si alguna de ellas faltara, con certeza algo se derrumbaría dentro de mí.


Tras mirarlo a los ojos, me senté a su lado y le dije que la tierra está en constante movimiento, que nuestro país se encuentra en el borde de una placa, y que cada cierto tiempo, ésta se acomoda y provoca algún movimiento inesperado. También le dije que Dios nos ama mucho, porque aquel temblor terminó y nos pudimos dar cuenta de que estábamos juntos y a salvo.

Después le dije: "Tu piensas que Dios no ama a las personas que sufrieron tanto ese día?, pues no es así, durante millones de años la tierra ha ido cambiando y no dejará de hacerlo nunca, ya verás cómo después de lo que pasó, mucha gente trabajará día y noche para ayudar a todos aquellos que hoy están desamparados.


Mi hijo quedó conforme, asegurando que él será uno de los primeros en ayudar.


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Desigualdad

Por muchos años y al igual que muchos, me mantuve ajena a la realidad que me rodeaba y que, sumida en mis cosas no podía ver. Hoy, cuand...