martes, 5 de julio de 2016

Hechizo

Cuando tenía alrededor de 11 años (1983), mis padres me inscribieron en las clases de guitarra que impartía la Escuela de Cultura y Difusión Artística de Puerto Montt. Estando allí aprendí a tocar el instrumento, a caminar lejos de mi casa y también a subirme a la micro ya que nunca lo había hecho sola. Pasé momentos inolvidables en ese lugar y conocí gente con mucho talento cuyos rostros aún recuerdo, pero lo que me marcó para siempre fue circular por el pasillo y ver a otros jóvenes interpretando piano, violín, flauta, teatro, dibujando o pintando. Los profesores eran unos señores respetables y serios, un poco excéntricos pero muy amables. Yo estaba en el paraíso.

Como muchas veces, hoy ha venido a mí este recuerdo: Una mañana mi sala estaba silenciosa, probablemente llegué muy temprano o mis compañeros habían salido, y de pronto escuché una melodía que venía de una sala cercana. Alguien ejecutaba con la guitarra unos acordes que me fascinaron, me levanté y fui a ver; era una joven de unos 20 años que con uñas cortas y muy rosadas tocaba esa música que nunca olvidé. Ella me miró por un segundo y siguió tocando, quedé hechizada. 

A los 16 escuché accidentalmente la canción de esa mañana de mi niñez y se me quedó sólo un verso: "Esta extraña tarde desde mi ventana" y no la volví a oír por muchos años otra vez. 

Ahora que el internet nos ha abierto toda la inmensidad del mundo, la busqué y la comparto, porque es maravillosa. 

Mi recuerdo más potente e inolvidable puede oírse en este link, entre el minuto 1.48 y el 1.54. 




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