lunes, 16 de agosto de 2010

Una mirada al dolor desde la luz

A veces ella piensa en aquel pasado inmediato, ese que le trajo un huracán de vivencias, deseos y pasiones que parecían no tener fin. Cada recuerdo que se asoma a su memoria está colmado de aromas, texturas y colores, tan compleja y dolorosamente llenos de vida, de gracia y de complicidad.

En algunos momentos encuentra objetos y fotos que le refrescan esas sensaciones y sonríe, porque aunque eso ya no existe, la memoria no es perenne, se mantiene como siempre atenta a todo y recordando hasta el más último detalle.

¿Es la memoria de una anciana?, no lo es.

Una anciana es aquella mujer que pudo ver un día cualquiera en la fila del banco, marchita, cansada, acompañada de su hijo, cuyas facciones le recuerdan dolorosamente lo que llegó a ser: la que robó espacios y tiempo, quien tenía lo que ella no podría haber ni soñado. Cuánto dolor contenido en esas facciones, en su pelo debilitado por la edad y seguramente por lo que le tocó vivir.

Un dolor profundo invadió a la que a veces recordando sonríe, pero un dolor agradecido al fin, feliz aunque no alegre, porque eso ya no existe, solo es parte de un recuerdo que a la vuelta de la esquina puede esfumarse y quedar en algún oscuro anaquel de su existencia.



1 comentario:

Jesiquita dijo...

Hermosa vivencia y sabia actitud.
Como te comenté, un doloroso triunfo.

Un beso.
Jesi

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