lunes, 10 de noviembre de 2008

Para no olvidarte nunca

Es que escribo sobre ti.


Te llamabas Juana, fuiste una mujer amable, siempre sonriente y muy frájil. Fuiste tan buena conmigo que nunca te he olvidado. Sufrí contigo la decepción y la rabia de verte partir abruptamente y de tener que ver a tu hijo elegir, entre su papá y tú. Cómo no escoger tus brazos cálidos de madre fiel?


¿Cuánto habrás sufrido Juana el día en que fuiste obligada a salir de tu hogar?. Yo no dejo de recordar tu casa bella, limpia como la de nadie, tu patio en el que jugabamos todos, y donde no se podía ver ni un fósforo tirado por los cuidados que le brindabas... aunque siempre nos recibiste cariñosamente allí. Cómo eras con tus hijos a los que amabas tanto que era imposible dejar de notarlo, aunque se fuera un niño.


Hace más de 20 años te fuiste de nuestras vidas, ya nunca te volví a ver. Sólo sabía de ti por tu hijo menor, por tu hijo más amado. Aún puedo recordar su abrazo y sus lágrimas al saber que te habías ido para siempre.


Siempre un adios Juanita, una vida llena de despedidas, pero dejando una huella tan fuerte que ninguno de nosotros, los que tuvimos la suerte de conocerte, ha podido borrarte de la memoria.


Desigualdad

Por muchos años y al igual que muchos, me mantuve ajena a la realidad que me rodeaba y que, sumida en mis cosas no podía ver. Hoy, cuand...