jueves, 24 de febrero de 2011

Una encantadora sonrisa con hoyuelos en la cara

Hace muchos años, un día por la mañana recibí una llamada que hizo cambiar mi perspectiva de lo que significa y de hasta dónde puede llegar el compromiso que forjamos a través de una amistad.

Ella me pedía que corriera a su encuentro porque algo le había pasado. Al llegar la vi sentada, mirando la luz de la mañana que se filtraba por la ventana, su rostro estaba bañado de lágrimas, sus dedos inquietos apretaban un pañuelo que asfixiado, no lograba empapar la pena que tenía. Me arrodillé a sus pies y besé sus manos sin decirle nada.

¿Cuántas palabras hubieran sido necesarias para consolarla?

Más, no había consuelo para ella, su mundo se había roto y era imposible encontrar cada trozo que permitiera componer su desgarrado corazón.

Más tarde, la observé salir furtivamente. Algo me hizo suponer lo que ocurriría si no la seguía, y como una sombra comencé a caminar tras ella. Transitó por varias calles, atravesó la plaza, llegó al mar… pero antes de hacer lo que se proponía, miró hacia atrás…

¿Esperaba que nadie la viera?, o quería que alguien la detuviera impidiendo lo que a esa altura consideraba inevitable? No lo sé, pero cuando me vio gritó mi nombre, no sé si de rabia o de alivio, la abracé y la obligué a caminar conmigo. Su resistencia se trocó en mansedumbre y se dejó llevar.

Por la tarde la acompañé a la casa de un sacerdote sabio, ella entró derrotada y salió embravecida… me dijo que había estado ciega y que ahora podía ver. Nunca más la volví a ver destruida por el dolor, cada paso que dio después la transformó en una persona que podía escoger por si misma la ruta de su existencia.

Recordándola es que publico hoy esta frase del humorista estadounidense Arnold Glasow:


"El verdadero amigo jamás se interpone en tu camino, a menos que vayas cayendo cuesta abajo."



lunes, 14 de febrero de 2011

San Valentín

En el día del amor, una esclarecedora frase del Dramaturgo Belga Maurice Maeterlinck:

"Si antes de besar a la persona amada habéis contemplado las estrellas, no la besaréis de la misma manera que si sólo habéis mirado las paredes de vuestra habitación."




martes, 1 de febrero de 2011

Una mujer de manos grandes y tibias

Hace más de dos mil años el sabio romano Cicerón escribió: “La vida de los muertos está en la memoria de los vivos”.

Leyendo esta frase pienso que las personas mueren cuando quienes vivimos, dejamos de hablar de ellas, de lo que fueron, de cómo fueron y de cómo influyeron en nuestras vidas.

Hace poco escuchaba a uno de mis hijos hablar con su primo sobre las naranjas confitadas y de lo deliciosas que son. Sus palabras me remontaron a algún momento de mi infancia en que estando en casa de mi abuelo Lucio, su señora nos daba trozos de esa fruta endurecidos con azúcar, y les hablé de mi tía Marta.

Muchas veces probé alguna delicia de sus manos: platos alemanes, tortas que batía a mano, pan de harinilla, mermelada de ruibarbo, alcachofas con una salsa deliciosa que hacía con “chalotas”, como ella llamaba al tallo del ciboullette, y por qué no decirlo: de las papas que le gustaba llevar a la playa en una ollita y que comíamos con mariscos que nosotros mismos cosechábamos… parece mentira contar esto hoy, pero así fue.

No tuve lazos de sangre que me unieran a mi tía Marta, pero pasé casi toda mi vida cerca de ella, disfrutando no solo de lo que cocinaba, sino que también de la gracia que tenía cuando nos llamaba la atención por algo, de que nos seguía el juego de pretendernos dormidos para que mis padres regresaran solos a casa y pudiéramos quedarnos en la suya, de recibir para mi cumpleaños un ramito de flores que ella sacaba de su jardín.

Hace cuatro años mi tía se fue. Tres días antes pasé a verla a su casa para saludarla, estaba acompañada de un grupo de amigos, todos estaban muy contentos y ella en la cabecera de la mesa disfrutaba de ese momento. Al despedirme le dije que no se olvidara que la quería, y ella contestó “yo también te quiero”. Salí por la puerta y escuché cómo ella decía a todos “Ella es mi nieta”.


Desigualdad

Por muchos años y al igual que muchos, me mantuve ajena a la realidad que me rodeaba y que, sumida en mis cosas no podía ver. Hoy, cuand...